La historia de África está marcada por la colonización, pero hay dos países que se destacan por haber resistido este proceso: Etiopía y Liberia. Ambos lograron conservar su independencia en un periodo en el que muchas naciones del continente sucumbieron ante las potencias europeas.
Etiopía es un caso emblemático. En 1896, durante la Batalla de Adwa, las fuerzas etíopes derrotaron a las tropas italianas que intentaban invadir su territorio. Este triunfo no solo aseguró su independencia, sino que también se convirtió en un símbolo de resistencia para otros países africanos. Aunque durante la dictadura de Mussolini, Etiopía fue ocupada entre 1936 y 1941, esta ocupación no se tradujo en una colonización efectiva. Con el apoyo de los aliados, los etíopes lograron expulsar a los italianos y restaurar su soberanía.
El caso de Liberia
Por otro lado, Liberia tiene una historia peculiar. Fundada en 1847 por ex-esclavizados que regresaron a África desde Estados Unidos, el país se declaró independiente y logró mantenerse al margen de la era del imperialismo. Su proximidad a América y la comunidad de afroamericanos que habitaban en Liberia jugaron un papel crucial en su autonomía. A diferencia de muchos países africanos que fueron escenario de luchas y conflictos por el dominio europeo, Liberia disfrutó de una estabilidad que le permitió desarrollar su identidad.
Estos dos países, aunque diferentes en sus trayectorias, comparten un legado de resistencia que los distingue en el contexto histórico africano. Mientras el continente enfrentaba la brutalidad del colonialismo, Etiopía y Liberia se mantuvieron firmes, recordándonos que la lucha por la independencia es una parte vital de la historia.