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El nido de un ave en Ámsterdam revela 30 años de basura humana escondida

15 abril, 2025

Un estudio científico ha encontrado un nido de ave en los canales de Ámsterdam que contiene un registro de la contaminación acumulada a lo largo de tres décadas.

Imagínate un nido que no solo sirve de hogar para un ave, sino que también funciona como un archivo de la contaminación que hemos generado en los últimos 30 años. Esto es precisamente lo que descubrieron científicos de la Universidad de Leiden al analizar el nido de un focha-común (Fulica atra) en los canales de Ámsterdam. Al investigar este nido abandonado, se encontraron con un verdadero tesoro de residuos humanos que ofrece una mirada inquietante a la evolución de nuestra basura.

Durante su examen, los investigadores hallaron cientos de embalajes y desechos, la mayoría relacionados con alimentos y bebidas. Al construir sus nidos, los pájaros añaden capas cada temporada de cría, lo que significa que el plástico, que nunca se descompone por completo, se acumula en el tiempo, creando una cápsula del tiempo de nuestra polución.

Un vistazo a las últimas tres décadas

La segunda parte del estudio implicó datar los objetos encontrados en el nido. Los científicos examinaron cada envoltorio en busca de información como fechas de fabricación y promociones, incluso un envoltorio de chocolate que hacía referencia a la Copa del Mundo de 1994. A través de este análisis, se determinó que los residuos más antiguos datan entre 1991 y 1994, ofreciendo un testimonio de nuestra evolución como sociedad consumista.

Pero eso no es todo. Al estudiar otros nidos, se observó que, aunque todos contenían basura, ninguno era tan antiguo como este. Esta investigación fue publicada en la revista científica Ecology y ha abierto un nuevo campo de análisis sobre cómo los pájaros urbanos se adaptan a un entorno lleno de plásticos.

Una de las observaciones más sorprendentes fue la aparición de mascarillas desechables en los nidos más recientes, un claro indicio de los efectos de la pandemia en nuestro entorno. Este tipo de hallazgos permite a los científicos no solo trazar un mapa de la contaminación, sino también comprender cómo los animales interactúan con estos residuos.

Por un lado, el uso de plástico ha facilitado la vida de estas aves, que pueden construir nidos más duraderos a lo largo de generaciones. Mientras que sus primos salvajes solo utilizan materiales vegetales que se descomponen rápidamente, la focha común puede añadir capas nuevas cada año. Esto significa que, potencialmente, al menos tres generaciones de aves han habitado en uno de estos nidos.

Sin embargo, esta ventaja también tiene su lado oscuro. Los nidos que contienen mucho plástico son más propensos a albergar parásitos, como el ácaro rojo de las gallinas (Dermanyssus gallinae), y los residuos pueden causar enredos fatales para las aves.

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