La violencia no solo deja cicatrices en el cuerpo y la mente, sino que también puede marcar nuestro ADN. Un estudio fascinante publicado en la revista Scientific Reports ha revelado que las mujeres que sobrevivieron a la masacre de Hama en Siria en 1982 transmitieron modificaciones genéticas a sus descendientes. Este fenómeno, que antes solo se había documentado en animales, muestra cómo el estrés y el trauma pueden dejar huellas en el genoma humano.
Durante la masacre, que resultó en la muerte de entre 10,000 y 25,000 personas, la violencia fue una constante en la vida de muchos sirios. Ahora, los investigadores han encontrado 14 áreas en el genoma de los nietos de las supervivientes que han sido alteradas en respuesta a las experiencias traumáticas de sus abuelas. ¿Qué significa esto para la comprensión de cómo el trauma afecta a las generaciones futuras?
Marcadores epigenéticos: huellas del trauma en el ADN
La autora principal del estudio, Connie Mulligan, ha destacado que «los nietos de mujeres embarazadas durante el asedio, quienes nunca vivieron la violencia, aún cargan sus marcas en el genoma». Esto sugiere que el trauma puede tener repercusiones que van más allá de la experiencia directa. Mulligan argumenta que entender este proceso debería fomentar una mayor empatía hacia quienes sufren violencia y hacer que los responsables de políticas presten más atención a estos problemas.
El estudio se llevó a cabo con la colaboración de investigadores de varias universidades y se centró en tres generaciones de inmigrantes sirios en Jordania. Las muestras de ADN fueron recolectadas de mujeres embarazadas durante el asedio y sus descendientes, así como de familias que habían emigrado antes de 1980, evitando años de violencia.
Implicaciones para la salud y otras formas de violencia
Los hallazgos son impactantes: se identificaron 21 sitios epigenéticos en aquellos que sufrieron violencia.
Los individuos expuestos al trauma en el útero mostraron signos de envejecimiento epigenético acelerado, lo que podría predisponerlos a enfermedades relacionadas con la edad. Este estudio no solo arroja luz sobre la experiencia de los refugiados, sino que también plantea preguntas sobre la violencia en diversas formas, como la violencia doméstica y sexual.
La ciencia nos muestra que nuestras historias familiares pueden estar grabadas en lo más profundo de nuestro ser, y es responsabilidad de todos abordar estos temas con seriedad y empatía.