El chroma key, esa mágica técnica que permite crear efectos visuales impresionantes, tiene raíces que se remontan a los inicios del cine. En un mundo donde la tecnología digital impera, es fascinante mirar atrás y explorar cómo se realizaban estos trucos en la época de las cámaras y películas analógicas.
Una de las primeras formas de lograrlo fue a través de la doble exposición, una técnica que Georges Méliès ya utilizaba a finales del siglo XIX. Esta metodología consistía en combinar dos escenas grabadas en diferentes momentos en un solo rollo de película. Pero, ¿cómo funcionaba realmente?
El proceso de la doble exposición
En el cine analógico en blanco y negro, la imagen se registra gracias a la exposición a la luz. Los fotones queman el material fotosensible del film, formando así la imagen. Si no hay luz, como cuando tapamos la lente, el film no registra nada. Esto significa que podemos utilizar el mismo rollo para grabar otra escena. Por ejemplo, si cubrimos solo la mitad izquierda de la lente, solo el lado derecho de la escena será registrado. Luego, al tapar el lado derecho de la lente, podemos grabar otra escena en el mismo rollo. Al revelar el film, tendremos una imagen en el lado izquierdo y otra en el derecho.
Este juego con el contraste y la luz fue el germen de lo que hoy conocemos como chroma key o pantalla verde. A lo largo de los años, las técnicas se fueron sofisticando, empleándose en producciones que van desde El Hombre Invisible en 1933 hasta Star Wars: Una Nueva Esperanza en 1977. La evolución ha sido increíble, pero la esencia de la técnica sigue siendo la misma.
Una de las primeras patentes de esta técnica fue registrada por el cineasta Frank D. Williams en 1918, demostrando que la creatividad en el cine no conoce límites. La magia del cine ha estado presente desde sus inicios, y el chroma key es solo una de las muchas herramientas que han enriquecido nuestra experiencia visual.