En el árido y desolado paisaje del Valle de la Muerte, un enigma natural ha fascinado a científicos y turistas por igual. En la superficie de Racetrack Playa, un antiguo lecho lacustre de 10.000 años, enormes rocas se deslizan misteriosamente, dejando tras de sí surcos de hasta 460 metros que parecen desafiantes a cualquier lógica. Este fenómeno de las «piedras navegantes», algunas de hasta 320 kilogramos, ha sido objeto de teorías que van desde vientos huracanados hasta la intervención de seres extraterrestres.
Un fenómeno inexplicable: rocas que se mueven sin testigos
Lo más desconcertante de esta curiosidad natural es que hasta hace poco, nadie había sido testigo del movimiento de estas rocas. Los visitantes se encontraban con piedras en nuevas posiciones, evidenciado por los surcos que dejaban en el suelo. Algunas rocas mostraban trayectorias paralelas e incluso giros sincronizados, como si estuvieran bajo el control de una fuerza invisible.
En 2011, los primos científicos Richard D. Norris y James M. Norris decidieron poner fin a este misterio. Fundaron la «Slithering Stones Research Initiative» y comenzaron a instalar un sistema de monitoreo sofisticado. Su metodología incluyó la colocación de 15 rocas equipadas con GPS, cámaras time-lapse y una estación meteorológica para capturar variaciones en el viento. Aunque esperaban esperar hasta diez años, la fortuna les sonrió antes de lo esperado.
Primera captura en video del desplazamiento
En diciembre de 2013, el equipo logró capturar en video el movimiento de las piedras, un momento que marcaría un hito. En una de las grabaciones, más de 60 rocas se movieron simultáneamente, recorriendo hasta 224 metros en diferentes episodios. Según los datos del estudio, publicado en PLOS ONE, las piedras se desplazaban a una velocidad de entre 2 y 5 metros por minuto, un ritmo interesante para rocas inanimadas.
El secreto revelado: hielo y viento en Racetrack Playa
La explicación detrás de este fenómeno resultó ser una interacción entre el hielo y el viento.
Durante los meses de invierno, se forma un estanque poco profundo que se congela, creando una fina capa de hielo. Cuando el sol comienza a derretir el hielo, se forman grandes paneles flotantes que, impulsados por suaves brisas de entre 4 y 5 metros por segundo, empujan las rocas en patrones determinados por la dirección del viento y el flujo del agua bajo el hielo.
Este espectáculo natural es tan raro como fascinante. Las piedras solo se mueven una vez cada dos o tres años, y sus huellas permanecen visibles durante tres o cuatro años. Las rocas, compuestas de dolomita y sienita, dejan rastros diferentes según su superficie: las de fondo rugoso trazan líneas rectas, mientras que las de base lisa tienden a serpentear por la playa.
A pesar de haber resuelto el misterio, Racetrack Playa sigue siendo un lugar extraordinario. Las «carreras de rocas» continúan siendo uno de los espectáculos más peculiares de la naturaleza, y presenciarlas en directo requiere una buena dosis de suerte.