La mítica ciudad de Troya, famosa por sus historias épicas y su rica historia, es el escenario de un descubrimiento sorprendente. Investigadores alemanes han encontrado pruebas de que el vino era consumido por la población local, no solo por las élites como se pensaba anteriormente. Este hallazgo ha sido publicado en la revista American Journal of Archaeology.
Ubicada en la actual Turquía, Troya ha fascinado a arqueólogos e historiadores desde que Heinrich Schliemann inició su excavación en 1870. La ciudad es conocida por ser el escenario de la Guerra de Troya, una historia que ha perdurado a lo largo de los siglos gracias a la Ilíada de Homero. En la actualidad, este sitio es considerado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Un hallazgo que cambia la percepción sobre el consumo de vino
Durante las primeras excavaciones, se encontraron cálices de arcilla que despertaron la curiosidad de Schliemann. Uno de los objetos más interesantes fue el depas amphikypellon, un recipiente cilíndrico de 40 centímetros de altura con dos asas. En la Ilíada, se menciona un objeto similar utilizado en celebraciones entre los dioses, lo que llevó a Schliemann a suponer que estos cálices eran utilizados en rituales o fiestas de la élite troyana.
Sin embargo, hasta ahora no había evidencia concluyente de que el vino se consumiera en Troya. Se creía que esta bebida, que requiere un proceso de fermentación de las uvas, estaba reservada para las clases altas. La idea era que, al ser un producto más elaborado, no estaba al alcance de todos. Pero un nuevo estudio ha cambiado esta visión.
Los investigadores analizaron muestras de los cálices y encontraron altas concentraciones de ácido pirúvico y ácido succínico, compuestos que solo se generan durante la fermentación del jugo de uva. Esto confirma que los cálices eran efectivamente utilizados para beber vino.
Pero hay más. Al analizar otros recipientes más sencillos hallados en áreas habitadas por clases trabajadoras, los científicos también encontraron restos de vino. Esto contradice la creencia de que esta bebida era exclusiva para ocasiones especiales o para las élites. Como señala Stephan Blum, coautor del estudio, “es evidente que el vino también era una bebida habitual entre las personas comunes”.
La región donde se ubica Troya es ideal para el cultivo de uvas, lo que podría explicar su accesibilidad. Así, el vino no era un lujo, sino parte de la dieta diaria de muchos de sus habitantes.