Puede parecer sacado de una película de ciencia ficción, pero la Osteo-Odonto Queratoprótesis, o OOKP, es una técnica quirúrgica real que ha estado en uso desde los años 60. Desarrollada por el oftalmólogo italiano Benedetto Strampelli, esta innovadora cirugía utiliza un trozo de diente del propio paciente para restaurar la visión en casos extremos de cegueras corneanas.
Aunque la idea puede sonar extraña, en realidad tiene todo el sentido. La técnica consiste en crear una «ventana» en la parte frontal del ojo, reemplazando las áreas dañadas. El diente se convierte en un soporte ideal para esta intervención, ya que es uno de los tejidos más resistentes del cuerpo humano. Además, al ser material del propio paciente, el riesgo de rechazo se reduce considerablemente.
¿Cómo se lleva a cabo el procedimiento?
Este procedimiento está reservado para casos muy específicos: pacientes con ceguera grave en la córnea provocada por enfermedades autoinmunes, quemaduras químicas o traumas severos. Estos individuos, sin embargo, todavía tienen una retina y nervios ópticos sanos en la parte posterior del ojo, lo cual es crucial para la efectividad de la cirugía.
La intervención se realiza en varias etapas. Primero, los cirujanos extraen un diente –generalmente un canino– junto con parte de la mandíbula. Este fragmento se esculpe en forma de lámina y se perfora en el centro para insertar una lente especial.
Hasta aquí, parece que seguimos en el ámbito de la odontología, pero aquí es donde la historia se vuelve sorprendente: el diente modificado se cose en la mejilla del paciente. Esta etapa busca que el tejido de la boca envuelva y nutra el diente, creando así una estructura biológica más robusta y menos susceptible a rechazos.
Después de tres meses de “hospedaje” en la mejilla, llega el momento decisivo: el diente-lente es retirado y se implanta en el ojo, reemplazando la córnea dañada. Un pequeño orificio en la mucosa permite que la luz entre, restaurando así la visión del paciente.
Es importante destacar que la visión no regresa a la normalidad. Usualmente, los pacientes experimentan un campo visual más restringido, como si miraran a través de un agujero de cerradura. Además, el ojo adquiere una apariencia diferente, ya que el tejido que rodea la iris es recubierto por la mucosa de la boca, lo que le da un tono rosado en vez del blanco habitual. Sin embargo, es posible cubrir esta zona con una prótesis estética.
A pesar de que esta cirugía existe desde hace décadas, no es un procedimiento común. Su complejidad y la especificidad de los casos hacen que su realización sea poco frecuente. El proceso es largo y puede tardar meses hasta que se logre una recuperación visual.
No obstante, los resultados suelen ser satisfactorios. Un estudio de 2022 analizó 82 ojos de 59 pacientes operados entre 1969 y 2011, y encontró que el 94% de los dientes implantados se mantenían firmes. Muchos pacientes informan que han podido reanudar sus actividades diarias e incluso practicar deportes.