Desde sonetos de Shakespeare hasta los tradicionales ramos románticos, las rosas han estado indisolublemente ligadas al romance en la cultura occidental. Sin embargo, un reciente estudio genómico sugiere que estas flores tan emblemáticas no siempre fueron rojas. Investigadores de la Universidad Forestal de Pekín han descubierto que las primeras rosas eran, de hecho, amarillas.
Las rosas que hoy adornan nuestros jardines no son las únicas variaciones de esta flor. Existen también rosas blancas, naranjas e incluso moradas, pero esta diversidad no es natural, sino el resultado de siglos de selección artificial por parte de cultivadores. La investigación ha reconstruido las características de las rosas ancestrales, revelando que la rosa original tenía solo una fila de pétalos y un color amarillo, muy alejado de las románticas y complejas variedades actuales.
Un pasado lejano y fascinante
El cultivo de rosas comenzó en China hace unos 5.000 años, y no fue hasta finales del siglo XVIII que las variedades domesticadas llegaron a Europa desde Asia.
Hoy en día, se conocen alrededor de 200 especies de rosas y más de 35.000 cultivares, cada uno diseñado para resaltar diversas fragancias, colores y formas de floración. Las rosas representan casi el 30% de las ventas en el mercado de flores de corte, convirtiéndolas en una de las plantas más cultivadas del mundo.
Los investigadores llevaron a cabo un análisis genético de 205 genomas de más de 80 especies del género Rosa. A partir de esta muestra, lograron aislar 707 genes universales que todas las especies compartían, proporcionando una visión de la historia evolutiva de estas flores.
La reconstrucción indica que el ancestro común de las rosas modernas era una flor amarilla, con una única fila de pétalos y hojas divididas en siete folíolos. La domesticación de la rosa ha llevado a la multiplicación de colores y a la capacidad de florecer en cachos.
El estudio también ha aportado nuevas pistas sobre el origen del género Rosa, que parece estar relacionado con la Asia Central. Los análisis han señalado dos grandes centros de diversidad en China: uno en el noroeste, seco y donde predominan las rosas amarillas de hojas pequeñas, y otro en el suroeste, cálido y húmedo, donde las rosas blancas y fragantes son las más comunes.
A pesar de los avances, los investigadores advierten que el cambio climático está afectando las prioridades de los cultivadores. Ahora, el enfoque no solo está en la estética, sino también en desarrollar rosas más resistentes a la sequía, enfermedades y estrés ambiental. Este estudio no solo ofrece una nueva comprensión sobre la domesticación de las rosas, sino que también sienta las bases para futuras innovaciones en reproducción y conservación utilizando recursos silvestres.